Autor: Fernando Pascual
La vida nos sorprende con golpes inesperados. Un accidente, un diagnóstico, una traición, un asalto a mano armada, una subida en el precio de la hipoteca.
Cuando llega el golpe, la mente busca comprender las dimensiones de lo que ocurre, mientras el corazón reacciona con pena, o rabia, o confusión, o amargura.
El golpe deja huellas. Algunas duran poco tiempo: podemos reponernos con cierta prontitud de una herida. Otras huellas quedan por largo tiempo y nos lastran.