Autor:
Fernando Pascual
Las
palabras reflejan modos de entender la realidad. Hablar de “separación” de un
territorio respecto de una realidad más grande, supone imaginar que la realidad
mayor subsistiría sin ese territorio que empezaría una existencia autónoma.
Pero
si la separación implica destruir una realidad histórica que ha existido
durante siglos y que ya no sobreviviría tras el desgaje de ese territorio,
entonces no hay que hablar de separación, sino de destrucción.
¿Cuál
sería el resultado de la destrucción? Dejaría de existir algo y empezarían a
existir dos nuevas realidades. Habría terminado un proyecto de convivencia, un
camino común en la historia, una realidad política que hermanaba a las
personas, para dejar paso a dos proyectos independientes.