Autor: Fernando Pascual
Sí: es fácil quejarse, porque no hay nada perfecto en esta
vida.
El jefe de trabajo llegó tarde y estuvo de mal humor. La
niebla estropeó el día de paseo. El vecino de arriba regó demasiado sus plantas
y manchó nuestra ventana. La computadora se comporta últimamente de modo
extraño y no sabemos cómo solucionar sus nuevos problemas.
Surgen, entonces, quejas, quejas y más quejas. ¿No sería mejor vivir con una actitud más serena, propositiva, realista y esperanza al mismo tiempo?