23 de febrero de 2015

El hombre, ¿enemigo o aliado del planeta?



Autor: Fernando Pascual

Existe un prejuicio antihumano según el cual los hombres son considerados como un peligro para la biodiversidad, el clima, la conservación del ambiente, la supervivencia del planeta.

Cada ser viviente actúa sobre su ambiente y recibe influjos del ambiente. En formas diversas, las bacterias, las plantas y los animales pueden modificar el ambiente, pueden transmitir enfermedades, pueden incluso provocar cambios climáticos.

16 de febrero de 2015

¿Es posible vivir sin prisas?



Autor: Celso Júlio da Silva

Crecen las ciudades, crecen los ruidos, crece el consumismo, crecen nuestros niños, crecen las deudas, crecen los problemas, crecen los dolores de cabeza, crecen las depresiones, crecen los consultorios de los psicólogos… y todo es porque discretamente crecen nuestras prisas.

Hay prisa en el trabajo, prisa en el colegio, prisa en la universidad. Prisas que realmente nos hacen estar en todas partes, sin muchas veces estar en ningún lugar. Nuestras prisas se han vuelto un veneno que nos mata poco a poco. Incluso pueden enfriar nuestras relaciones humanas dentro de casa, entre amigos, entre compañeros de trabajo o de estudio.

9 de febrero de 2015

Sobre la gran cobardía del aborto



Autor: Administrador

Ante nuevas campañas a favor de legalizar o despenalizar el aborto en países de América Latina, valen estas palabras escritas por el entonces profesor André Léonard (hoy obispo de Bruselas) en su obra “La Moral sexual explicada a los jóvenes”:

“En efecto –y esto me parece decisivo- los partidarios del aborto piensan como piensan y logran convencer a gran parte de la opinión pública, sólo porque ellos mismos y quienes les escuchan han nacido ya y no pueden ser alcanzados ellos mismos por el aborto.

2 de febrero de 2015

La utilidad de las normas



Autor: Max Silva Abbott

Muchos consideran que la existencia de normas limita e incluso anula nuestra libertad, y que su ausencia nos permitiría obrar a nuestro antojo, maximizándola. De este modo, ellas serían una especie de maldición y a lo sumo, un costo necesario para permitir la convivencia, al evitar que nos devoremos mutuamente cual lobos salvajes.

Sin embargo, si se mira con más atención, se descubre que en muchos casos, estas prescripciones de la conducta humana jurídicas y no jurídicas, lejos de limitar o hasta destruir nuestra libertad, la potencian, e incluso, le permiten existir.