Usar la palabra libertad para defender un crimen resulta extraño y contradictorio. Porque la libertad de un ser humano no debe convertirse en motivo para acabar con la vida de otro ser humano.
Por eso resulta paradójico que algunos invoquen la idea de “libertad reproductiva” para defender un presunto derecho de las mujeres para acabar con la vida de un hijo con defectos genéticos o de otro tipo.
Es cierto que nadie puede obligar a nadie a amar. Es cierto que a nuestro alrededor hay quienes causan molestias, algunas realmente graves, otras que merecen ser llamadas injusticias. Pero frente a quienes provocan daños no surge ningún derecho al asesinato. En los casos que lo ameriten, basta con acudir a los jueces para que restablezcan el derecho y castiguen a quienes lo merecen.