Autor: Fernando Pascual
El deseo de reformas surge porque constatamos males, porque sentimos un anhelo de justicia, porque deseamos cambios hacia lo mejor. Ello vale para tantos ámbitos humanos, y también vale para la Iglesia católica.
A veces los deseos de reforma están afectados por enfermedades más o menos graves. Por ejemplo, cuando la búsqueda de reforma surge simplemente por snobismo. O cuando no hay ideas claras sobre los males que necesitan remedio. O cuando las metas a alcanzar incluyen defectos o males, de modo que se llega en ocasiones a proponer cambios hacia lo peor.