Autor: Fernando Pascual
Una fuente de acusaciones mutuas y de ataques más o menos duros entre los ateos y los creyentes proviene del pasado.
Los ateos reprochan a las religiones, de un modo especial a la Iglesia católica, errores, injusticias, delitos, crímenes más o menos graves. Algunas de las acusaciones son falsas, frutos de mentiras repetidas miles de veces, mientras que otras son verdaderas. Existe un grupo de acusaciones sobre las que es difícil un veredicto claro por falta de documentos o porque el juicio depende de la perspectiva adoptada.
Es falso, por ejemplo (y la afirmación aparece con cierta frecuencia) decir que la Iglesia torturó y condenó a la muerte a Galileo. Es correcto, en cambio, recordar que hubo algunos Papas que se comportaron como jefes militares y como hombres demasiado mundanos. Por lo que se refiere al tema de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en el mundo medieval resulta sumamente difícil emitir un juicio sereno y objetivo por la complejidad del tema en cuestión.