23 de agosto de 2013

Acercarse a la confesión

Autor: Daniel Preciado
Pueden pasar muchos años sin acercarse a la confesión. Hay muchos motivos para ello: falta de confianza en el sacerdote, falta de fe, falta de tiempo… Pero también, falta de arrepentimiento.
Es verdad que sin verdadero dolor, sin una verdadera contrición, es inútil ir a confesarse. Pero también es verdad que la contrición es más un dolor del alma que un dolor sensible.
Quizá en nuestros tiempos podamos estar acostumbrados a los sentimientos, y esto lo trasladamos al ámbito espiritual. Así, podríamos encontrar personas que, mientras se arrepienten de haber pecado y quieren reconciliarse con Dios, se abstienen de ir a la confesión por falta de dolor sensible, por falta de lágrimas.
Pero lo importante es recordar que las lágrimas no son necesarias para una buena contrición, que no es un dolor superficial, sino un profundo dolor del alma con el propósito de no pecar más.
Es normal que a veces no “sintamos” nada a pesar de tener un verdadero arrepentimiento, así que el consejo es no dejar pasar los años y confesarse bien tan pronto como sea posible.

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