Autor: Leonardo Lima
Está en el tercer
piso de un edificio anónimo de Ramat Gan, zona norte de Tel Aviv. Ingreso por
la parte de atrás y salida hacia una calle lateral. Muros blancos, con alguna
desgastada playera del Chelsea colgada. Un salón lleno de jóvenes que leen
periódicos deportivos. Un sitio web de presentación. Contratos personalizados
con los clubes: 50.000 jugadores de 45 ligas registrados en video, audio, en
los mínimos detalles.
Realmente parece que
el deporte, y más concretamente el fútbol, no tiene límites de influjo en la sociedad.
El fútbol ya no es sólo una cuestión de entretenimiento, ni simplemente una
oportunidad para alcanzar fama y, menos aún, un mero campo de inversión. El
fútbol es un macrocosmos, un universo paralelo, que posee hasta un servicio
propio de inteligencia secreta. Se trata de Im-Scouting, una sociedad de
seguridad y consultoría, que desde hace algunos años vela día y noche, posiblemente
más de noche, sobre la vida pública y, principalmente, privada de los astros
del fútbol.
¿Invertir o no invertir?
Ésta es toda la cuestión. Cada equipo se encuentra siempre con este dilema al
pensar en la compra de un nuevo futbolista. “Un jugador es una inversión,
nosotros ayudamos a los equipos a no hacerlos desvalorarse”. Así resume el
sentido de la agencia de “futespionaje”, Zeev Reznik, su fundador.
Reznik trabajaba en
la seguridad de un banco. Después encontró algunos socios que creyeron en su
quimera, y juntos se decidieron a llevar a cabo el proyecto. Hoy son doce los
trabajadores de la central de Tel Aviv y otros cuarenta siguen de cerca los rastros
de las brillantes zapatillas por el
mundo.
Muchos de los
“espías” de Im-Scouting son personal que han trabajado en la “Mossad”, inteligencia militar de Israel. “Hacemos
cosas que los clubes no pueden permitirse”, revela Zac Ezrati, que en el
ejército trabajaba en telecomunicaciones y hoy cubre la zona de la liga
italiana.
Un caso concreto de
la acción de Im-Scouting fue relatado por su mismo creador en una entrevista
concedida al diario italiano Corriere della Sera . La acción, revelada al público
el 09/01/2011, es narrada por el mismo Zeev: “Hace algunas semanas recibimos
una llamada del Chievo de Verona: ‘¿Qué decís vosotros de este Shechter que
hemos visto en Austria?’ Nuestros espías se pusieron a investigar. Preguntas aquí
y allá, algún sondeo local y revisión de
archivos. “Más algún truco que no podemos revelar”. Por fin hemos expedido a
Verona once páginas de dossier. Allí se ve aquello que Shechter tiene en el
cuerpo- las presentaciones clínicas, los puntos débiles (dolor en el lado
derecho de las espaldas), los infortunios (menisco)- y aquello que tiene en la
cabeza: Comportamiento que muchas veces irrita a los compañeros más antiguos,
no le gusta mucho el grupo, tiene un fuerte sentimiento religioso que lo lleva
a actos de exhibicionismo. Cuanto ha bastado para desaconsejar la adquisición”.
Reznik sigue la
conversación: “No podemos permitirnos errores. A veces nos enteramos de cosas
que después llegan a ser de dominio público. Mira, es uno de la liga suiza. Hoy
todos saben que tiene problemas de alcohol y que pega a la mujer, porque el
caso ha terminado en las páginas de los periódicos, pero antes alguien ha
debido descubrirlo”. Ese alguien: Im-Scouting.
Pero, ¿que sentido
tiene para un club investigar la vida privada de sus jugadores? ¿Lo que
realmente importa no es el rendimiento que éstos tienen en la cancha? ¿No
bastaría a un equipo exigir de sus jugadores una postura digna dentro del
césped? Esta opinión también la compartían muchos dirigentes de fútbol en el
pasado. Pero tal postura, a base de experiencias decepcionantes, ha cambiado
mucho, y hoy la relación entre la vida “intra-césped”, y aquella
“extra-césped”, cuenta más que nunca. Tanto es así que muchos directores
deportivos y entrenadores no recelan
pagar una “módica” suma, que varía entre los quince y los veinticuatro mil
euros, a la agencia de Zeev, para saber quiénes realmente son sus “pupilos”.
Casos o escándalos
que ilustren este hecho abundan. Reznik
termina su entrevista al noticiero italiano
presentando justamente algunos de sus “secretos públicos”: una serie
de dossiers modelo, para la publicidad de la agencia. A parte de toda
casuística, lo que sí queda claro de la cita con Im-Scouting es que ya no basta
ser sólo excepcional con el balón. Para ser futbolista hace falta una vida que
avale todo lo hecho en la cancha. Hace falta ser realmente hombres, hombres
talentosos e íntegros, hombres con cualidades y valores que respalden tales
cualidades.
Un deportista puede
ser considerado un educador. Es una figura pública que tiene unas
responsabilidades ante aquellos que lo ven, lo siguen y lo admiran. Los clubes
saben esto, o a través de malas experiencias lo están aprendiendo. Pero hace
falta que los implicados, que los jugadores, no admitan más autogoles en contra
de sí mismos, de sus carreras y de sus hinchas. De lo contrario, como hemos
visto, dejarán la alfombra verde para calentar la banca, hacer de aguadores o,
simplemente, para acomodarse placenteramente en la poltrona y seguir todo desde
el canal de deportes.
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