Autor: Fernando Pascual
Un periodista puede limitarse a reproducir y comentar las noticias que llegan a través de los diferentes canales informativos. O puede tener una mentalidad investigativa que le impulsa a abrirse a horizontes alargados.
Un ejemplo puede ilustrar la
diferencia entre estos dos tipos de periodismo. Imaginemos una situación de
epidemia seria. Miles de personas se contagian. Otros miles mueren por culpa
del virus.
Las empresas farmacéuticas y los laboratorios buscan afanosamente encontrar vacunas que puedan contener los contagios y mejorar la situación. Tras varios meses de experimentos, algunas vacunas empiezan a ser usadas de modo masivo.
Surgen, sin embargo,
polémicas. Algunos profesionales de la salud (médicos, enfermeros) tienen
reparos y prefieren no vacunarse, porque consideran que las vacunas aprobadas
resultarían peligrosas.
Se genera una viva polémica,
pues autoridades sanitarias, gobernantes, y buena parte de la opinión pública,
consideran que la vacunación debería ser obligatoria para quienes trabajan con
los enfermos.
La polémica está en marcha, y
resulta importante la tarea de los periodistas a la hora de informar sobre lo
que ocurre y sobre las opiniones que luchan entre sí. Además, hay que dar a
conocer a la gente los resultados reales (riesgos, beneficios) de las vacunas.
De repente, salta la noticia:
un enfermero objetor de conciencia, que había rechazado vacunarse, contrajo el
virus y habría contagiado a decenas de enfermos en el hospital donde trabajaba.
Un periodista de horizontes
estrechos, acostumbrado a tomar las noticias como llegan y a comentarlas según
la línea ideológica del periódico o de la cadena televisiva donde trabaja,
comentará la noticia según sus ideas personales o según lo que considere más
aceptable e interesante para la opinión pública.
En cambio, un periodista de
horizontes alargados se preguntará por la autenticidad de la noticia, buscará
nuevas informaciones para ver si el contagio en el hospital habría sido
ocasionado por ese enfermero “no-vax” (antivacunas), cuando tal vez podría
haber sido provocado por otros agentes sanitarios o por algunos visitantes
externos.
De modo especial, ese
periodista de horizontes alargados no se limitaría al dato concreto,
ciertamente dramático, del enfermero supuestamente “contagiador”, sino que
buscaría recoger otras informaciones para lograr un cuadro más completo de la
situación.
Así, empezaría a preguntarse:
¿cómo ha funcionado la vacuna entre los profesionales que la han recibido? ¿Ha
habido contagios entre ellos? ¿Hay casos de médicos y enfermeros vacunados que
luego hayan contagiado a los enfermos?
Son preguntas propias de un
periodismo investigativo de mente abierta, que no se limita al dato inmediato y
“noticioso”, sino que desea colocarlo en un contexto más general y completo,
con el cual sea posible tener elementos de juicio adecuados sobre la situación
que se está viviendo.
El tema de las vacunas es solo
un ejemplo de tantos otros ámbitos en los que los periodistas pueden limitarse
a comentar lo inmediato, sin mayores esfuerzos, o a ir a fondo para conocer los
contextos complejos en los que ocurren tantos fenómenos humanos que necesitan
ser estudiados seriamente.
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