Autor: Leonardo Ramírez
El corazón echa raíces y crea vínculos
con aquellas personas con las que nos relacionamos frecuentemente, pero la
separación física no supone una ruptura de estos vínculos. Aunque el destino
nos haya alejado físicamente de nuestros amigos, la verdadera amistad
trasciende tiempo y espacio, porque vive en el corazón.
Desde pequeños experimentamos lo difícil
que es separarse de los seres queridos. No es raro que como niños hagamos
berrinche en los primeros días de escuela cuando nuestra madre nos deja en
manos de la maestra.
Con el paso del tiempo nos acostumbramos
a la escuela y hacemos amistades. Luego viene otra separación que se da cuando
terminamos los estudios obligatorios y cada uno elige aquello que más le gusta
como forma de vida y se lanza hacia la meta alejándose físicamente de los
amigos, pero llevándolos en el corazón.
Y qué decir de la partida de los hijos
que forman una nueva familia y dejan la casa paterna que tanto les ha dado y
les seguirá dando.
La vida es un camino. Conforme lo vamos
recorriendo nos encontramos con ciertas personas que nos van marcando la
existencia. Algunas permanecen, otras pasan, pero la amistad verdadera no pasa.
Siempre vive, porque está en el corazón.
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