21 de octubre de 2019

Cuando llega un malentendido


Autor: Fernando Pascual

Quisiéramos que las relaciones humanas fuesen perfectas: claras, lineales, sin engaños, sin confusiones, sin gestos de traición, sin invasiones inadecuadas en lo que se refiere a la vida privada.

La realidad, sin embargo, es muy diferente. Una palabra repetida fuera de contexto, un momento emotivo que lleva a hablar más de lo oportuno, un término usado de modo inadecuado, un retraso debido a descuidos más o menos inocentes, crean miles de malentendidos que enrarecen las relaciones y que pueden iniciar, por desgracia, situaciones de conflicto.


Es difícil vivir de tal manera que no se produzca nunca un malentendido. Cuando se produce la situación no deseada, hace falta poner aquellos medios que sirvan para aclarar las ideas, para explicarse de la mejor manera posible, para reconstruir puentes dañados.

Cuando llega un malentendido, algunos reaccionan de modo desproporcionado. Se sienten víctimas y contraatacan, o se cierran en un resentimiento contenido. Es comprensible una reacción así, pero a veces se trata de un exceso de emotividad herida. Seguramente será necesario un esfuerzo especial para aclarar lo que sea necesario y para curar heridas que no deberían haberse producido.

Al mismo tiempo, hace falta aprender de este tipo de situaciones y así encontrar caminos que eviten malentendidos perniciosos. En ocasiones bastará con reforzar una comunicación con varios métodos (por escrito, por teléfono, en una cita cara a cara). En otras ocasiones, será oportuno preparar el terreno para que un dato concreto llegue del modo más adecuado a sus destinatarios. Siempre habrá que analizar bien las palabras para evitar las que puedan confundir y para escoger las que sirven para dejar bien claras las ideas, en la medida de lo posible.

Los malentendidos serán casi siempre, a pesar de todos nuestros buenos esfuerzos, parte integrante de la vida cotidiana. Saber afrontarlos con serenidad y buscar caminos para sanar los daños que podamos haber causado en otros será una señal inequívoca de nuestro deseo sincero por promover el bien de todos y por construir un mundo más fraterno, armonioso y comprensivo.

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