Autor: Fernando Pascual
Nos equivocamos muchas veces. Al marcar un número de teléfono
o al suponer que hoy había autobuses a una hora inexacta. Al confiar en un
“amigo” que no lo era y al hacer mal las cuentas al pagar las medicinas. Al
guardar en el bolsillo la llave que no necesitábamos mientras dejábamos en casa
la que sí era importante.
El error entra continuamente en la experiencia humana. Porque
una cosa es lo que suponemos y otra diferente es la verdad. Y porque
precisamente la diferencia entre lo que pensamos y lo que son las cosas
fundamenta el fenómeno del error.
Hablar de errores nos lleva a hablar de la verdad. Si en la
devolución del pago de una compra decimos que el cajero se equivocó significa
que pensamos que existe una contabilidad exacta y que las monedas a devolver
deben ser 5 y no 3.
Existen, sin embargo, pensadores que niegan que podamos conocer la verdad. Lo cual implica, automáticamente, decir que no somos capaces de descubrir los errores, como ha sido señalado por algunos filósofos.