La revista “Journal of the Association for Consumer Research” ha publicado
algunos estudios que confirman una hermosa realidad que muchos tenemos la dicha
de vivir: las costumbres familiares estimulan la felicidad.
A modo de ilustración hay una explícita referencia a los beneficios que nos
concede compartir en familia celebraciones particularmente sentidas como la
Navidad, el Hannukah o el Día de Acción de Gracias, así como cualquier otra
actividad que realicen juntos los padres e hijos: una excursión, unas
vacaciones, una fiesta de cumpleaños o un aniversario matrimonial, etc.
En la familia somos queridos por lo que somos, nos aceptamos y estimulamos
unos a otros, somos conocidos y comprendidos. Chesterton lo expresa de manera
magistral: “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la
libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica.
Ahí veo yo la importancia de la familia”.
Demos gracias a Dios por la familia que nos concedió y procuremos que sea
siempre más bella con nuestro amor.
Ahora bien, es verdad que no siempre reina la armonía; pues también en
familia se discute y se sufre; a veces surgen malentendidos o se encienden los
celos y envidias…
Quizás por ello Santa Teresa de Calcuta metía el dedo en la llaga y, con su
desarmante amabilidad, preguntaba y respondía lo siguiente: “¿Qué puedes hacer
para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia”.
Y es que la familia, como la humanidad entera, no se compone de ángeles,
sino de pobres seres mortales, limitados e imperfectos. Justamente por eso el
papel de padres e hijos es tan noble, pues la familia es el nido donde
aprendemos a dar lo mejor de nosotros mismos y a corregir nuestros defectos, y
donde asimilamos los ideales que perseguiremos durante la vida entera.
La familia es la primera y más importante escuela para nuestra formación.
La felicidad de estar con quienes nos aman y a quienes mejor conocemos es
incomparable. Esta felicidad puede adquirir muchas caras, desde aquella amable
de una felicitación hasta la reconciliación después de heridas profundas.
(El presente trabajo fue publicado en este blog hace unos años; lo volvemos a destacar por la importancia del tema)
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