Autor:
Fernando Pascual
Preguntar
si todas las religiones valen lo mismo parece algo sin mucho sentido, porque es
obvio, ante tantas propuestas religiosas (o pseudoreligiosas) que hay enormes
diferencias entre unas y otras: no todas pueden tener el mismo valor.
El
problema surge a la hora de establecer los criterios que permitirían distinguir
entre una religión y otra, para luego responder a la pregunta: ¿cuál vale más y
por qué?
Ciertos
pensadores del mundo moderno consideran que una religión sería mejor si
consigue adaptarse a la marcha de la historia. Si esa religión comprende los
deseos y gustos de la mayoría, si sabe dejar de lado ideas y dogmas que
resultan “anticuados”, sería mejor. En cambio, si una religión queda anclada,
monolíticamente, en convicciones y ritos vistos como inmodificables y
trasnochados, sería inferior, si es que no terminaría por sucumbir ante los
“hechos”.