Autor: Álvaro Correa
Algunos animales, como las ballenas y las focas, poseen una capacidad
extraordinaria para contener la respiración bajo el agua.
Ahora bien, se sabe que el cocodrilo del Nilo es un campeón de la
naturaleza al rozar las dos horas de apnea bajo el manto del río. El rey de los
reptiles espera inmóvil, al acecho de sus presas.
Los hombres también establecemos récords, pero somos conscientes de que
aguantar la respiración es algo peligroso, pues más de alguno ha dejado la vida
en el intento. La falta de oxígeno nos arrebata la existencia en pocos minutos.
Lo que sí practicamos con cierta frecuencia es respirar tranquilamente para
calmarnos y concentrarnos, para recoger nuestras fuerzas y apuntarlas hacia un
objetivo sin alteraciones.
“¡Cálmate! ¡Respira!”… ¿Verdad que nos lo han dicho más de alguna vez? Y es
que corremos el riesgo de vivir ahogados por las preocupaciones o por las
precipitaciones.
La serenidad y la ecuanimidad son ese vital respiro para poder afrontar las
diversas situaciones, fáciles o dramáticas, con el mejor acierto posible. El
ánimo perturbado suele asfixiar una toma de decisiones correctas y
equilibradas.
Por ello nos ayudará mucho dar un buen respiro, reflexionar con pausa,
elevar una oración serena a Dios nuestro Señor y recurrir al consejo de una
persona madura.
Por lo demás, el cielo nos ha regalado un mundo lleno de vida, en un
planeta azul, donde no nos faltará el oxígeno que necesitemos.
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