Autor: Álvaro Correa
Al escritor Christopher Morley no le pasó por la mente que un día andaríamos
pendientes de los mínimos suspiros de nuestros teléfonos celulares. Por esta
razón sería necesario retocar una de sus frases célebres.
Decía que “si descubriésemos que nos quedan sólo cinco minutos para decir
todo lo que queremos decir, todas las cabinas de teléfono estarían ocupadas por
personas diciéndoles a otras que las aman”.
Lo sentimos, pero las cabinas casi han desaparecido o se han adaptado para
otros fines. Mantenemos, sin embargo, lo fundamental de su mensaje y
agradecemos que nos haga caer en la cuenta de que es conveniente aprovechar el
día de hoy para manifestar a las personas cuánto las queremos.
Es verdad que algunos se lamentan de no haberlo hecho a tiempo. La
eternidad llama cuando Dios lo dispone y, por ello, nadie nos asegura que aún
pisaremos este mundo al día siguiente. Los celulares nos han ahorrado buscar la
cabina telefónica y hacer la eventual fila…
Diríamos que nos han puesto a los demás en la punta de los dedos. Ojalá
sepamos utilizarlos con buena actitud, con responsabilidad, con madurez.
Y si las personas ligadas a nuestra vida son ancianas o están enfermas,
pulsemos los dígitos cuanto antes; no se puede dejar para mañana. Los cinco
minutos últimos, a los que se refiere Christopher, podrían ser marcados por el
reloj de este día.
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