Autor: Fernando Pascual
En diversas
páginas de internet, en revistas y en algún libro, circula la “carta” de una
religiosa violada durante la guerra de Bosnia (guerra que inició en 1992 y duró
hasta 1995). En esa carta, Lucy Vertrusc, (o Lucj Vetrusc, o Lucía Vetruse,
según las distintas versiones del texto) escribe a su superiora para manifestar
sus sentimientos y sus resoluciones ante el embarazo que acaba de iniciar.
El texto
comienza así (en una de sus versiones en castellano):
“Soy Luci, una
de las jóvenes religiosas que ha sido violada por los soldados serbios. Le
escribo, Madre, después de lo que nos ha sucedido a mis hermanas Tatiana,
Sandria y a mí”.
Al final de la
“carta” aparece en plenitud el testimonio de un perdón grande y sincero:
“Alguien tiene que empezar a romper la cadena de odio que destruye desde
siempre nuestros países. Por eso, al hijo que vendrá le enseñaré sólo el amor.
Este mi hijo, nacido de la violencia, testimoniará junto a mí que la única
grandeza que honra al ser humano es el perdón” (cf. http://es.catholic.net/religiosas/420/2464/articulo.php?id=17459, con algunas correcciones).
La supuesta
“carta” era, en realidad, la composición literaria de don Alfredo Contran,
sacerdote italiano que murió el 20 de octubre de 2007, y que se había dedicado
durante años al periodismo.
En 1993 don
Alfredo había redactado un texto para criticar la guerra y exaltar el perdón,
en forma de una carta imaginaria: la de la hoy famosa (e inexistente) Lucy. Por
la belleza de este trabajo obtuvo una mención honorífica en un concurso
literario de la ciudad italiana de Padua.
La “carta”, sin
embargo, llegó a manos de quien, con o sin malicia, la consideró escrita
realmente por una religiosa violada. Primero fue publicada en diversos medios
de comunicación de Italia, en la primavera de 1994. Luego fue traducida a
diversos idiomas. Hoy está ampliamente difundida por el mundo gracias a
internet.
De nada sirvió,
para evitar este equívoco, publicar una entrevista a don Alfredo Contran pocas
semanas después de los hechos (cf. “Corriere della Sera”, 3 aprile 1994, p. 11,
con el título “Suora bosniaca diventa madre? No, è una bufala”). La “carta” era
(y sigue siendo) incontrolable, y fue leída y usada como un bellísimo
testimonio de perdón.
La historia de
esta “carta” nos enseña dos cosas. La primera: hace falta un periodismo serio,
que sepa controlar las fuentes, que no dé por válido un dato (una carta, una
noticia, un testimonio) sin haber realizado antes una investigación exhaustiva,
sin tener a la mano documentos serios y dignos de credibilidad.
La segunda
enseñanza: también un texto falso puede hacer mucho bien, como lo ha hecho y lo
hará, seguramente, en el futuro, esta “carta”. A través de ella, comprendemos
que los abortos llevados a cabo para “solucionar” las violaciones no solucionan
nada y añaden sangre a la sangre, a la vez que descubrimos la grandeza moral de
un perdón que vence el mal con el bien.
A pesar de los
años que han pasado, y a pesar de que muchas personas dan por auténtica una
carta que no lo es, vale la pena corregir errores debidos a la buena o a la
mala fe de quienes dieron por válido un texto que era simplemente un artículo
periodístico, sin rechazar la belleza de su mensaje.
En otras
palabras, avisar a la gente de que tal “carta” no fue escrita por ninguna
religiosa, sino por un sacerdote que quiso denunciar los horrores de una
guerra, no implica despreciar su contenido, sino darle su valor auténtico: el
de un buen trabajo literario, capaz de transmitir principios rectos y de
enseñar verdades profundas que valen para los hombres y mujeres de buena
voluntad.
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