Autor: Álvaro Correa
¿Lloverá hoy?... Sin duda que nos lo
preguntamos con frecuencia. Entonces intentamos descifrar el lenguaje de las
nubes en el cielo o, simplemente, consultamos la previsión del tiempo.
Nos alegrará saber que “la Agencia
Espacial Europea (ESA) ha firmado con Arianespace el contrato de lanzamiento,
en noviembre de 2017, de su satélite ADM-Aeolus, que contribuirá a aumentar de
cinco a seis días las previsiones meteorológicas con una gran certidumbre”,
informa Efe.
Así que gozaremos de un día más para
saber si convendrá o no llevar un paraguas. Y es que, en cuestión de fenómenos
atmosféricos, nos agrada ir un paso por delante.
Esta curiosa necesidad es tan antigua
como nuestra historia humana. En tiempos de Jesús, las personas también “sabían
interpretar” el aspecto del cielo para prever alguna tempestad y el Señor les
reprochó que no sabían igualmente discernir los signos de los tiempos (cf. Mt 16,13).
A este respecto, el Papa Francisco nos
ha concedido una aguda y simple clave de lectura: “Este es un trabajo que
nosotros no solemos hacer: nos conformamos, nos tranquilizamos con ‘me han
dicho, he oído, la gente dice, he leído…’. Así estamos tranquilos… ¿Pero cuál
es la verdad? ¿Cuál es el mensaje que el Señor quiere darme con aquel signo de
los tiempos? Para entender los signos de los tiempos, ante todo es necesario el
silencio: hacer silencio y observar. Y después reflexionar dentro de nosotros.
Un ejemplo: ¿por qué hay tantas guerras ahora? ¿Por qué ha sucedido algo? Y
rezar… Silencio, reflexión y oración. Sólo así podremos comprender los signos
de los tiempos, y qué cosa quiere decirnos Jesús”.
Quizás, volviendo a la feliz noticia del
inicio, tanto el silencio, como la reflexión y la oración, sean los “satélites”
que observan desde lo alto y hacia lo más profundo de nosotros mismos y que,
por ello, nos permiten entender lo que Dios nos dice en cada momento.
¡Ojalá que también logremos alargar la
previsión de nuestra atmósfera espiritual! Lo necesitamos a cada paso, pues sin
la correcta interpretación del paso de Dios por nuestra alma, corremos el
riesgo de vivir el momento presente sin haber aprendido del pasado y sin crecer
hacia el futuro.
Silencio, reflexión y oración… Son los
“satélites” de nuestra atmósfera espiritual…
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