14 de enero de 2019

Hijo, compórtate bien


Autor: Álvaro Correa

Siendo niños aprendimos a pedir permiso para salir de casa. Obviamente nuestras madres nos preguntaban a dónde íbamos a ir y qué íbamos a hacer. Para obtener el permiso, la respuesta tenía que revestirse con un motivo provechoso.

La lección sustancial era que debíamos obrar siempre con rectitud, que dentro y fuera de casa debíamos ser personas buenas.

Y bien, hace poco sucedió algo que ni por asomo imaginó el protagonista. Éste, como probablemente lo había hecho en ocasiones anteriores, subió a un autobús con pistola en mano para realizar un asalto.


Lo inaudito era que su propia madre estaba sentada entre los pasajeros. Sin dudarlo, como una heroína de película, la señora se puso de pie y recriminó a su hijo golpeándolo con un zapato en la cabeza.

Podemos imaginar el bochorno del joven y la pena interior de su madre, quien, además, fue la primera en levantar la voz para que acudiera la policía.

No sin dolor materno, pedía que su hijo recibiera su merecido porque no daba crédito de esa mala acción siendo que ella lo había hecho crecer “bajo un hogar cristiano que sigue el camino de Dios”.

Es probable que el joven esté ahora en una cárcel y podemos dar por cierto que su madre irá a visitarlo para recordarle aquellas normas de vida que trató de inculcarle en su niñez y adolescencia.

Las mamás nunca terminarán de ser educadoras; ojalá que los hijos les concedamos la satisfacción de vernos crecer en calidad humana y cristiana.

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