8 de abril de 2019

200 ladrillos y 2000 palabras


Autor: Álvaro Correa

A veces nos falta el aliento para llegar al final del día. ¡Qué fatiga! Tenemos días o largos períodos de tiempo sobrecargados de deberes y tareas.

¿Verdad que, entonces, nos alivia crear un paréntesis de serenidad? Esto sucedía también al líder inglés Churchill, el cual se relajaba de maneras diversas, y entre ellas, con una paleta de albañil y escribiendo o dictando libros.

En 1928 escribía a Stanley Baldwin: “He pasado un mes magnífico construyendo una cabaña y dictando un libro: 200 ladrillos y 2000 palabras al día”.


Un particular de esto mismo era su convencimiento de que el trabajo de construcción se armonizaba con otras actividades y concedía la paz necesaria para reflexionar sobre temas acuciantes y delicados.

Esta era su experiencia personal y nos alegramos de que haya encontrado un equilibrio para su vida que, en verdad, fue sumamente intensa. ¿Y qué diremos de nosotros mismos? Quién más, quién menos, todos sentimos el peso del trabajo, de las preocupaciones y de los propios límites.

Nos ayudará encontrar alguna actividad, por sencilla que sea, la cual tonifique un temperamento agradable y equilibrado, la ponderación en nuestras decisiones, el temple para sostener una superación continua e, incluso, que aporte un pellizco de sal a nuestro buen humor.

A este respecto, Jesús, palpando el cansancio de sus apóstoles, tuvo la delicadeza de invitarlos “a un lugar solitario” para descansar un poco.

No hay comentarios: