Autor:
Fernando Pascual
Aquí
y allá aparece la propuesta de analizar el tema de los mártires dejando de lado
las ideas de unos y otros. ¿Es correcto este modo de considerar el drama del
martirio?
Un
mártir cree en Cristo y en su Iglesia, hasta el punto de estar dispuesto a dar
la propia vida por su fe. Un verdugo que asesina al mártir piensa de un modo
muy diferente y quiere terminar con ciertas creencias a través de la muerte de
sus defensores.
Se
hace entonces evidente que en todo martirio luchan ideas contrapuestas. Por un
lado, la idea católica; por otro, ideas totalitarias o violentas de diverso
tipo.
Dejar
de lado las ideas de unos y otros a la hora de presentar la vida y la muerte de
los mártires es, por lo tanto, erróneo y parcial. Porque los comportamientos de
cualquier ser humano maduro siguen sus principios más íntimos, están
relacionados de modo indisoluble con sus ideas y convicciones.
Por
eso hay que tener siempre ante nuestros ojos qué pensaban unos y otros, qué
buscaban, qué temían, qué esperaban. Sólo así se hará más evidente cómo las
ideas y creencias de unos estaban asociadas a la violencia asesina que culminó
con la muerte de hombres y mujeres rechazados simplemente por pensar según la fe
católica. Y cómo las ideas y creencias de otros eran tan fuertes que les
permitieron soportar una muerte injusta, y les llevaron a ofrecer, a ejemplo de
Cristo, el perdón a sus verdugos.
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