Recientemente en España
un cardenal de la Iglesia fue atacado por un grupo de feministas semi-desnudas,
que con gritos e insultos increpaban, “el aborto es un derecho sagrado”. La
segunda ocasión que se ha escuchado públicamente semejante barbaridad, esta vez
en Francia, ha sido después de la iniciativa de la mayoría parlamentaria
socialista para ampliar el aborto. La legislación francesa pretende que una
mujer tiene derecho a abortar si “no desea proseguir un embarazo” y, además,
aumenta la cuantía de las multas y sanciones para quienes obstaculicen tal derecho.
La nueva norma,
integrada en la futura legislación sobre paridad, viene a suprimir uno de los
puntos cruciales de la Ley Veil de 1975, considerada “obsoleta”, que estipulaba
que la mujer debía estar “en situación de desamparo” para poder abortar. “Contrariamente
a lo que la actualidad podría hacer pensar, no se trata de una reacción a lo
que ocurre en España”, había explicado antes de la votación la ministra de los
Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, insistiendo en la necesidad de
“convertir en sagrado” el derecho al aborto (cfr. www.elmundo.es/internacional/2014/01/22/52df2b18ca4741c97a8b4594.html).
Como lo que está en
juego es algo tan serio como el ataque directo al sagrado derecho a la vida, conviene
también salir en defensa de la dignidad de la razón humana, ultrajada por tal
afirmación bárbara, irracional y mentirosa. Son dos conceptos los que utilizan
las feministas y la ministra francesa: aborto y sagrado.
El aborto es la
supresión de la vida del nascituro, es decir, asesinarlo con un acto
voluntario. Hay tragedias no deseadas, como los abortos naturales, pero este no
es el caso. El otro concepto ultrajado es declarar que el aborto sea un derecho
y además “sagrado”. Sagrado viene de sacro: algo, persona, espacio u objeto
reservado a Dios, y por lo mismo digno de respeto. De Dios procede la vida y
por eso es sagrada. Pretender o insinuar que matar a un inocente sea algo “sagrado”
no sólo es una monstruosidad sino también una blasfemia.
¿Matar a un inocente
puede ser un “derecho sagrado”?
En un tal juicio o
afirmación no sólo hay un grave insulto a Dios, sino un insulto a la razón
humana, además del desprecio por la vida, que sí es sacra. ¿Se puede convertir
en “sagrado” el derecho a matar a un niño en el seno materno? Toda
persona de buena voluntad debería rebelarse ante la insólita y descarada
afirmación que pretende equiparar el aborto con un derecho y además añadir que
sea algo sagrado, es decir exclusivo a Dios. Jamás el aborto (asesinato de un
inocente) será un “derecho” y menos aún algo sagrado. Aquí no es mera
cuestión de opinar “me gusta/ no me gusta” o de posturas, sino del principio
mismo de las cosas, de la verdad.
No hace falta ser
creyente para rechazar tal aberración, pues choca contra el mínimo sentido
común de una mente sana, que aún no esté contaminada por el agua negra de las
ideologías. La batalla por la defensa de la vida pasa desde hace tiempo también
por la defensa de la razón y de la dignidad humana, amenazadas por las
ideologías de muerte.
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