5 de noviembre de 2018

Prismáticos


Autor: Álvaro Correa

Las colinas altas y de suave pendiente son la mejor pista de lanzamiento para los amantes del “parapente”.

En uno de esos enclaves privilegiados un grupo de personas, quizás a mitad entre familiares y turistas, clavaban sus ojos en una pequeña de apenas cuatro años que, entre los brazos de su padre, se preparaba para surcar por vigésima vez un vasto horizonte.

Ahora bien, pocos se percataron de que había otro niño, a las puertas de su adolescencia, que se deleitaba escrutando el horizonte con unos prismáticos. No era la primera vez, ni se trataba de una curiosidad pasajera.


El chico suele aprovechar gran parte de sus vacaciones para contemplar la belleza de la naturaleza. A través de sus prismáticos disfruta en silencio los montes lejanos, los bosques, los rebaños de ovejas, las aves tejiendo sus nidos o las ardillas jugueteando entre los árboles…

Igualmente sigue a las personas que descienden en parapente desde las colinas hasta una pista de aterrizaje al fondo del valle.

La imagen del chico en cuclillas oteando el horizonte evoca la capacidad que Dios nos concedió para la contemplación.

A este propósito, el libro abierto de la Creación es un camino estupendo para la oración, para el silencio del alma y para el encuentro con nosotros mismos en el sagrario de nuestra conciencia.

Ojalá tengamos la ocasión de conseguir unos buenos prismáticos…

No hay comentarios: