22 de enero de 2018

El bien es más que probable

Autor: Álvaro Correa

Recordemos el primer principio de la ética de Santo Tomás: “Bonum est faciendum et malum vitandum” (se debe hacer el bien y evitar el mal).

Este principio extiende la plataforma sobre la cual se construye nuestra conducta humana y las relaciones con los demás. Es necesario subrayar que, como hombres, gozamos la dicha de poder llegar a ser buenos y, por tanto, de obrar el bien.

Ciertamente el sol que alumbra nuestra mejor versión humana, también pone de manifiesto nuestras flaquezas y la real posibilidad, que también tenemos, de llegar a ser malos y de obrar el mal. Se trata, pues, de ese doble camino que asumimos desde nuestro uso de razón.


Y bien, después de esta pincelada moral, volvamos la vista a ciertos nubarrones de pesimismo existencial que nos acechan con frecuencia, flotando en los medios de comunicación social.

Su sabor amargo intenta convencer de que el bien ya no se hace y de que el mal ya no se evita. Algún refrán recoge este suceso de manera atrevida: “La probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día; la de hacer bien una vez al año”…

Como cristianos creemos firmemente que Dios nuestro Señor sale al encuentro de nuestra miseria humana con el auxilio de la gracia santificante, capaz transformar nuestras cenizas en oro divino.

Cada hombre y mujer de fe sencilla y pura son testimonios vivos de que Dios nos permite obrar el bien y evitar el mal.


Siendo así, podemos parafrasear el refrán de esta manera: “Con Dios la probabilidad de hacer el mal se reduce de día en día y la de hacer el bien se multiplica en cada latido del corazón”.

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