Autor: Fernando Pascual
Apelar al diálogo en
situaciones de conflicto se ha convertido en una especie de mantra fácil. El
tema, sin embargo, exige considerar un punto irrenunciable: la salvaguardia de
la justicia.
Una banda de delincuentes
entra en un supermercado y forcejea con los empleados que reaccionan y se
defienden. ¿Tiene sentido hablar allí de diálogo para evitar el enfrentamiento?
Un partido político promueve
ideas racistas y alcanza un apoyo consistente entre la población. ¿Tiene
sentido hablar de diálogo para evitar tensiones hacia ese partido?
Un grupo de policías reciben
la orden de impedir actos ilegales promovidos por plataformas populistas, y
encuentran fuertes resistencias de gente que apoya a tales plataformas. ¿Hay
que superar ese conflicto con diálogo?
La mayoría de universitarios
rechazan libremente una huelga general y van a clases para seguir sus estudios.
Otros boicotean las actividades docentes con gritos y amenazas. ¿Hay que
dialogar con los que no respetan la libertad ajena?
La lista podría ser mucho más
larga, pero ilustra que apelar al diálogo para superar conflictos (que tienen
muchas causas, y que en ocasiones son claramente manipulados) no basta, porque
el diálogo se construye sobre la justicia.
Por eso, frente a tantas
tensiones sociales, religiosas, políticas o de otro tipo, hay que exigir el
respeto a la justicia como presupuesto fundamental para cualquier diálogo
auténticamente humano.
Porque esa misma justicia
sabrá reconocer que existen diferencias que pueden ser discutidas libremente en
las sociedades si se respetan los derechos fundamentales y se acatan las leyes
que construyen la convivencia.
El esfuerzo de las autoridades
públicas, los jueces, los policías y otros agentes del orden público por
garantizar la justicia será uno de los mejores caminos para construir
plataformas en las que el diálogo no solo sea posible, sino fecundo.
Porque entonces unos y otros
sabrán acogerse, más allá de sus diferencias, y estarán en condiciones de
desarrollar diálogos que permitan consensos y acuerdos orientados a mejorar la
convivencia y a promover un mayor respeto de la misma justicia que ha permitido
entablar diálogos constructivos.
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