Autor: Fernando Pascual
Es obra tuya. Depende de tu
mente, de tu corazón, de tus manos. Tú decides cómo son los protagonistas, qué
piensan, qué hacen, qué sienten.
Por eso, también el final está
en tus manos. Como una especie de divinidad griega, proyectas y controlas el
desenlace de toda la trama.
Eres, novelista, un
subcreador, como explicaba Tolkien. Tienes un dominio completo sobre tu obra,
aunque a veces escuches consejos de otros.
Por eso tu capacidad creativa
es tan diferente de la realidad. Aunque inventes personajes "muy reales",
aunque la trama parezca verosímil, todo resulta muy distinto del mundo
concreto...
El final de la novela gustará
o no, pero los que la lean están sometidos a tus decisiones. Quizá alguno coja
un bolígrafo o un teclado y reescriba todo, pero entonces elaborará una obra
diferente de la tuya.
Este libro que acabo de leer
te pertenece. Lo has compartido, lo has puesto ante miles de ojos curiosos.
Conquistaste a tus lectores, y los hiciste caminar por donde tú querías.
Luego, ellos, como tú,
volverán sus ojos a la vida concreta, a ese día a día que caracteriza nuestro
caminar humano.
La existencia, tú lo sabes
como yo, es muy diferente a cualquier novela. No la controlamos, ni sabemos lo
que ocurrirá mañana.
La monotonía de muchos días
casi idénticos no borra el misterio de ese futuro tan imprevisible, con golpes
de fortuna o con accidentes amargos.
Seguimos en camino. Tu
inspiración me ha hecho pensar, nuevamente, en las incógnitas de la vida. Algo
en tus líneas ha puesto en mi corazón un modo diferente de ver las cosas.
Un día, descubriremos cómo
Dios guiaba nuestros pasos, no como un novelista que todo lo controlaba, sino
como un Padre que dio a sus hijos una libertad grandiosa y, a veces, terrible.
Al llegar al final de nuestras
vidas, espero que tú y yo podamos encontrarnos en un cielo donde brille un gozo
mayor que el de tus páginas más inspiradas, y que supere en mucho lo que
esperábamos en nuestros mejores sueños.
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