Autor: Álvaro Correa
El mundo ha recordado que en este año el inolvidable cómico Charles Chaplin
festejaría su 125 cumpleaños.
Además de evocar sus simpáticas películas, en las que volcó una fina
sensibilidad ante los problemas íntimos del hombre, así como su pesar por los
sufrimientos sociales, hubo quien prefirió proponer a sus amigos las tres
reglas de vida que él tenía. A saber:
1) Nada es para siempre, ni siquiera las preocupaciones; todo pasa.
2) Me gusta caminar bajo la lluvia, pues nadie puede notar mis lágrimas.
3) Sonríe; un día en que no sonrías es un día desperdiciado...
Sin duda que habremos leído alguna de estas reglas en los mensajes
motivacionales que recorren los circuitos de las redes sociales. Las sentimos
muy nuestras, pues todos cargamos con problemas y a veces lloramos bajo el peso
de algún sufrimiento que envuelve nuestra vida personal o familiar.
Y de igual modo, pero, en un sendero diverso, a todos nos llena el alma
sonreír y recibir el regalo de una sonrisa amigable.
Agradezcamos a Chaplin el legado que nos dejó con una oración. Pensemos que
la profesión de los cómicos es quizás una de las más difíciles, sobre todo
cuando se esmeran en transmitir y suscitar alegría a los demás, mientras ellos
sienten que sangra su corazón por heridas dolorosas.
Las tres reglas de Chaplin son un resumen de su vida.
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