Autor: Max Silva Abbott
Como era de esperar, el proyecto de ley
de aborto ha dado un paso más en el Congreso [de Chile, nota del editor], con
lo cual dentro de poco, el útero materno podría ser el lugar más peligroso para
vivir, al menos en ciertas circunstancias.
En realidad, nuestra época pasará a la
historia como una de las más oscuras, paradójicas y contradictorias en lo que a
la protección de la vida humana se refiere. Y esto no es un mero decir ni pura
retórica.
En efecto, una clara prueba de lo
anterior, tal como resaltaba una columnista en Santiago, es que hasta los
perros salvajes tienen más protección que los no nacidos, puesto que ante el
reclamo de diversos grupos animalistas, se suspendió una propuesta que permitía
cazar jaurías de estos canes en zonas rurales, ante el evidente peligro que
representan. Mas parece que los que están en el seno materno no merecen tal
protección.
¿Cuál es la razón de esta aparente
paradoja? Muy simple: hacer depender lo bueno y lo malo, lo correcto y lo
incorrecto e incluso lo real y lo irreal, no de lo que las cosas son (como la
dignidad humana), sino de lo que a algunos agrada o desagrada.
Es decir, para muchos, el centro de
gravedad de lo valioso se ha trasladado desde la objetividad de las cosas
mismas a la subjetividad de lo que se siente respecto de ellas, parámetro no
solo espantosamente antojadizo, sino además, tremendamente cambiante y hasta
imprevisible.
Es por eso que basta que un grupo, no
necesariamente el mayoritario, ejerza presión, haga lobby e incluso amenace a
quienes piensan distinto, para que el objeto de “su” predilección u odio sea
protegido o aniquilado según sus deseos. Lo anterior explica que en atención a
que muchos vean hoy al no nacido como una molestia, como algo (ni siquiera
alguien) no deseado, se hayan movido montañas a nivel mundial para hacer del
aborto un “derecho” casi universal, del mismo modo que la esclavitud fue
considerada legítima durante tantos y tantos siglos. Y la razón es la misma: el
subjetivismo del poderoso. Da igual que se comience a legitimar el aborto con
determinadas excusas, pues sería lo mismo que condenar a la esclavitud solo por
ciertos delitos.
El problema como resulta obvio y que
pese a su palmaria evidencia, tantos no pueden, no quieren o no reconocen ver,
es que si todo depende del “estado de ánimo” de algunos, tarde o temprano se
buscarán e incluso impondrán los medios para deshacerse de otros que también
molestan (dementes, ancianos, desvalidos, enemigos) o al mismo tiempo, se hará
lo imposible por proteger lo que sea (animales, plantas, minerales, etc.), pero
sólo mientras ello no incomode a estos caprichosos protectores.
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