13 de julio de 2020

¿Resarcir a quien no pudo abortar?


Autor: Bosco Aguirre

Los defensores del aborto buscan dar amplia publicidad a casos dramáticos. Una niña violada que empieza el embarazo, una madre pobre que ve en el aborto la “solución” a su miseria, una familia que no se siente capaz de acoger a un feto que nacerá con graves defectos físicos...

Los casos son lanzados a los medios de comunicación y, en no pocas ocasiones, son llevados a los juzgados. Un equipo de abogados, propagandistas y personas que se autodeclaran “defensoras” de los derechos humanos o de los derechos de la mujer, actúan con gran habilidad para conseguir el aborto. Con urgencia, porque el hijo puede nacer durante los trámites. Y si nace, piensan, ya no podemos hacer nada para solucionar el drama. Aunque no faltará quien promueva, después del nacimiento de un niño que “no debería” haber nacido, el “derecho” al infanticidio...


Además, nos encontramos con personas que, cuando no se ha conseguido que la niña o la mujer abortasen, inician causas legales para “resarcir” y “compensar” económicamente a quienes fueron privados del “derecho” al aborto.

Es correcto pedir resarcimiento y compensaciones cuando alguien (un médico, un juez) ha provocado daños en la salud y en la vida de las personas. Pero, ¿es correcto pedir una compensación porque “nació” un hijo que algunas personas no querían que naciese?

Ante situaciones dramáticas como las mencionadas antes, el aborto no es nunca una solución, sino una injusticia dentro de las ya enormes injusticias de nuestro mundo.

Pensemos en los casos de niñas violadas que inician el embarazo: no habría que obligarlas o instigarlas a abortar, porque en su seno hay una vida humana que merece respeto y protección. Las niñas-madres necesitan ser ayudadas médica y psicológicamente para llevar adelante el embarazo y para recuperar, en la medida de lo posible, el camino de su desarrollo humano y social. Los jueces, por lo tanto, nunca deberían autorizar el aborto en esos casos; lo que sí deberían hacer es buscar, juzgar y castigar a quienes han violado y han herido profundamente a esas niñas, aunque sean familiares muy cercanos.

Respecto a los casos de familias o mujeres pobres, el aborto tampoco es solución. Cuando inicia un embarazo en situaciones de miseria hay que promover ayudas económicas y asistencia sanitaria, no abortos “seguros” que acaban injustamente con la vida de los hijos sin eliminar la pobreza de sus madres.

Y algo parecido podemos decir respecto de los embarazos peligrosos para la salud de la madre, o de aquellos otros en los que se descubre que el hijo nacerá con graves problemas físicos. La medicina verdadera proveerá a ayudar a quienes viven en estas situaciones difíciles, y evitará cualquier acto que implique daños tanto para la madre como para el hijo.

El nacimiento de un hijo no es nunca un daño que debe ser resarcido, sino una invitación al amor. Es injusto buscar vías legales o sentencias judiciales para eliminar a embriones y fetos que viven en situaciones dramáticas. Es justo tratar a cada hijo y a cada madre con todo el respeto y la atención médica que merecen, sobre todo si la concepción y el embarazo resultan difíciles y, por lo mismo, necesitan de una especial asistencia y del apoyo por parte de toda la sociedad.

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