Autor:
Llegan noticias. Datos concretos, o confusos, o inciertos. No tenemos claro qué pasó exactamente.
La mente empieza a trabajar. No estamos contentos con fragmentos. Nos gusta conocer historias coherentes, más o menos completas, verosímiles.
Pero los datos no dan para más. Algunos periodistas y escritores buscan tramas secretas, suponen acciones coordinadas, presentan teorías que llenen huecos. Muchas veces fallan: los datos a disposición son tan pocos y caóticos... Otras veces aciertan en parte, pero con mezcla de errores. Llegan así a retazos de verdad mientras esparcen huecos de oscuridad.
Un poco de
prudencia nos ayudaría a reconocer que no podemos conocer claramente muchos hechos
de
Por desgracia, esa prudencia escasea. Tanto que las famosas teorías y narraciones de “complots” tienen un éxito enorme y circulan rápidamente en libros, programas de radio o televisión, páginas de Internet. Suponer conspiraciones y planes para conquistar el mundo, para destruir a unos y promover a otros, llena muchos huecos y satisface curiosidades de quienes desean historias completas, atrayentes, pero con falsedades a veces sumamente dañinas para quienes son vistos como culpables sin serlo.
La realidad, hace falta recordarlo una y otra vez, nos llega de modo fragmentado. Por eso, en la mayoría de los casos lo mejor será reconocer, como los antiguos, que no sabemos ni tenemos elementos de juicio para entender exactamente la dinámica de los hechos.
En muchos casos, solo tras la muerte comprenderemos. Mientras, como peregrinos entre tinieblas, podemos vivir y pensar desde una mirada sencilla que sabe distinguir entre lo conocido y lo desconocido, que evita teorías atrevidas y engañosas.
Así será posible adoptar una actitud de apertura serena a la hora de acoger los pocos datos que nos permiten entender algo (poco o mucho) de este mundo complejo y lleno de misterios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario