Autor: Fernando Pascual
Creíamos que era fácil. Hicimos una llamada, y otra, y otra.
Negativas, respuestas confusas, excusas, reproches. Tiempo perdido. Una extraña
sensación de derrota.
En la vida tomamos decisiones que creemos justas y oportunas.
Luego, una barrera cierra el paso. No hay manera de convencer a otros ni de
superar obstáculos.
Surge la tentación de un autorreproche: si hubiera estado más atento, si hubiera recordado cómo piensan este y aquel, no habría invertido tiempo y energías para algo casi imposible.
Encontrarse con barreras en el camino de la vida puede
paralizar el alma. Es cierto que en muchas ocasiones logramos seguir adelante.
Pero otras veces el fracaso es completo...
Ante barreras que obstruyen el paso, llega el momento de
replantearnos los objetivos. No siempre acertaremos a ver por dónde caminar
ahora. Pero sí sentiremos la importancia de no quedarnos hundidos ante las
negativas y los obstáculos.
También puede ser un momento para detenernos, en el frenesí
de cada día, y darnos cuenta de que estamos en un mundo provisional, incierto,
muchas veces hostil y agresivo, donde tantos deseos quedan irrealizados.
Soñar con lograrlo todo aquí abajo es engañoso y causa
frustraciones. Además, existen mil variables imprevistas que pueden
desencadenar, sorpresivamente, situaciones difíciles nunca imaginadas.
La última barrera, la definitiva, llega con el momento de la
muerte. Entonces termina el tiempo de las decisiones, de los miedos y de las
esperanzas, de los triunfos y de las derrotas temporales.
Un telón baja. El corazón pasa la última frontera. Al otro
lado nos espera un Dios bueno, que valorará el peso de nuestras acciones y la
sinceridad de nuestros arrepentimientos.
En ese momento, solo la misericordia acogida y el perdón
ofrecido y suplicado, permitirán superar la última barrera para entrar en un
Reino donde el amor brilla y donde el Padre festeja la llegada de cada hijo
bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario