La
especie humana apareció como algo misterioso y “anómalo” en el camino de la
vida terrestre. No sólo por las características de esa especie, sino por el
impacto que empezó a dejar en todo el planeta Tierra.
Por
eso numerosas voces exigen al ser humano que asuma sus responsabilidades y que
se comprometa a cambiar aquellos comportamientos que amenazan a otras formas de
vida y que destruyen el ambiente. Al mismo tiempo, piden que promueva todo
aquello que proteja aquellos territorios dotados de una mayor biodiversidad.
¿Por
qué se le exige esto al ser humano y no a otros seres vivos? Las respuestas
pueden ser diferentes. Muchos dirán que el hombre es libre, mientras los demás
seres vivos no lo son. Otros añadirán que sólo el hombre ha generado tal cúmulo
de daños que resulta urgente reparar lo que ha causado.
Además
de estos puntos, hay que reflexionar, con datos serios y desde estudios
científicamente bien llevados, sobre las posibles estrategias a seguir. Pero no
resulta fácil llegar a conclusiones condivisibles por todos, ni encontrar modos
concretos y justos para exigir su aplicación.
La
encíclica “Laudato si’” del Papa Francisco busca precisamente reflexionar sobre
algunos de estos aspectos, junto a otros hombres y mujeres que desde hace años
o más recientemente lanzan una voz de alerta para intervenir a favor de un
planeta saturado de problemas.
En
estos temas es necesario discutir con seriedad y apertura de mente sobre los
diversos estudios y análisis que se están elaborando. En el ámbito científico
las teorías pueden diversificarse mucho, o con el pasar del tiempo ser
superadas con nuevos descubrimientos.
Lo
que no puede discutirse es que hay algo especial en el hombre que exige una
responsabilidad inigualable. Esa responsabilidad le interpela en sus relaciones
con los demás seres humanos, con otras formas de vida y con el ambiente. Y le
exige respuestas concretas frente a los problemas de nuestro tiempo, con la
mirada puesta en lo que merecen las futuras generaciones y en lo que Dios desea
de cada uno de nosotros en el mundo presente y en la vida eterna.
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