Autor: Fernando
Pascual
Si la vida nos ha
cogido con sus prisas. Si el cansancio no deja espacio para sueños. Si las
cosas empiezan a ser más un estorbo que una ayuda. Si el placer deja cada vez
menos gozos y más desidias. Si el egoísmo nos encierra en nosotros mismos y nos
impide tender la mano al familiar, al amigo, al extraño...
Puede ser que
vivamos así, que estemos disconformes con nuestros pasos, que no queramos
seguir en un ritmo que nos deja vacíos y solitarios. Puede ser que deseemos
romper con esta vida que nos ata, con esta sociedad que nos condiciona, con
este corazón que ha perdido ilusiones y trabaja cansadamente en los raíles de
la monotonía sin sentido.
Puede ser que
deseemos otro modo de vivir, ese que seguramente soñamos de adolescentes, ese
que nos ilusiona aún hoy en momentos de lucidez profunda, ese que tal vez otros
esperan, casi suplican, de nosotros.
Es hora de creer,
como reza un himno del breviario, que “el bien y la belleza están de acuerdo”.
No nacimos para seguir instintos, para acumular ladrillos, para revisar
ficheros, para fijar los ojos en programas televisivos que otros preparan para
subir el “rating” de sus canales. No nacimos para encerrarnos en un círculo
estrecho y pobre, para pensar en la propia felicidad como lo primero, para
buscar satisfacciones periféricas, para odiar y lanzar venganzas a presuntos
enemigos.
Nacimos y vivimos
para el amor. Que es darse sin medida, que es imitar al Dios bueno, que es
entregar esta existencia misteriosa y breve para servir a nuestro hermano, que
es buscar bellezas que vienen de lo alto y que dan sentido al dolor, al
sacrificio, a la honestidad, al esfuerzo por construir un mundo más justo, más
bueno.
Nacimos para Dios
y para los hermanos. Necesitamos acoger el bien bello, la belleza alegre, la
alegría amorosa, el amor eterno. Necesitamos acoger el Camino, Verdad y Vida
que nos trajo el más hermoso entre los hombres, Jesús el Nazareno. Necesitamos
mirar más allá del cielo y más dentro de nosotros mismos para tocar un Amor que
da sentido al Universo, que ilumina sueños verdaderos, que nos invita a salir
de la tumba y caminar, el tiempo que Dios quiera, en la construcción de un
mundo un poco más bello, un poco más bueno.
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