Autor: Max Silva Abbott
Hace unos días, científicos españoles y
estadounidenses anunciaban que habían creado espermatozoides artificiales a
partir de células de piel humana, aunque aún no eran aptos para concebir, lo
cual consideraban un gran avance en pos de lograr la fertilidad universal.
Anteriormente ya se había logrado crear
espermios y óvulos artificiales a partir de células madre embrionarias; sin
embargo, aquí la novedad es que los gametos se han obtenido desde células
adultas, mediante su reprogramación genética.
En realidad, esto podría considerarse un
paso decisivo en la creación de vida completamente artificial. En efecto, hasta
ahora –y al margen de sus connotaciones éticas y jurídicas–, lo que se había
hecho era manipular la vida pero a partir de una base natural, al usar
espermatozoides y óvulos reales que provenían de personas.
Ahora, en cambio, el proceso de
artificialización parece completarse, puesto que es previsible vaticinar que se
los podría crear a partir de cualquier célula adulta mediante su
reprogramación. De esta manera, se cortaría el último lazo que existía con la
propia naturaleza y para sus partidarios sería una completa revolución en la
forma de producir (ya no de concebir) seres humanos.
Ahora bien, al margen de la inquietud
que pueda ocasionar una noticia como esta y el cúmulo de problemas y callejones
sin salida de cara a sus ribetes morales y jurídicos, lo anterior también
podría ser el paso definitivo para la cosificación del hombre a manos del mismo
hombre.
En efecto, con la técnica en comento, ya
no habría diferencia alguna entre la producción de objetos y la de ¿sujetos?,
al depender todo de la libérrima manipulación de quien dirige el proceso, con
lo cual la ya debilitada, aunque aún existente diferencia entre sujeto
experimentador y objeto experimentado terminaría difuminándose.
Dicho de otro modo: hasta hace poco, el
poder de dominación del hombre sobre la naturaleza, que ha cambiado tan
radicalmente nuestras vidas, le había permitido un dominio sin par sobre el
mundo que lo rodeaba; sin embargo, aún permanecía la diferencia entre el sujeto
que manipulaba los cambios y la realidad que era alterada por éste. Ahora, por
el contrario, mediante un proceso creciente y cual círculo vicioso, es el ser
humano el que se manipula a sí mismo, con lo cual el sujeto pasa a ser objeto y
el objeto a ser sujeto, en cierta medida.
¿Qué consecuencias puede tener lo
anterior? Una que parece indudable de cara a la dignidad humana, es el dominio
de los fuertes sobre los débiles, pues desde estas premisas, ¿por qué debería
respetarse a quien es sólo un producto manipulado a voluntad?
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