Autor: Fernando Pascual
Toda vida tiene algo de frágil, de contingente. Está rodeada
de amenazas. Por eso necesita cuidados, protección, ayuda.
La enfermedad es uno de los aspectos que hace más visible esa
fragilidad. Basta una corriente de aire, una verdura mal lavada, un virus, y
percibimos en todo su dramatismo nuestra condición vulnerable.
Ante la fragilidad de los otros, sentimos el llamado de ser
buenos samaritanos, de convertirnos en hombres y mujeres disponibles para
ayudar a quienes lo necesitan.
Esa ayuda tiene diversas dimensiones. La medicina abarca muchos aspectos de las necesidades de cada enfermo, tanto si resulta posible la curación como si hay que acompañar al enfermo incurable en su camino hacia el desenlace definitivo.