Autor:
Fernando Pascual
Duele
encontrar en un ser humano señales de fariseísmo. Decir una cosa y vivir otra,
preocuparse por detalles sin importancia y dejar de lado el respeto a la
justicia y a la compasión, disimular para ser aplaudidos por los hombres y
pisotear malévolamente a los que se equivocan: ¿no son actitudes farisaicas que
provocan un rechazo general?
Puede
ocurrir, sin embargo, que mientras uno señala a otro por sus actitudes
farisaicas, incurra sin darse cuenta en una especie de “fariseísmo
antifariseo”. ¿De qué se trata?