Autor:
Jesús David Muñoz
Dios,
en el albor del mundo,
creó
a su imagen al hombre
y
con arcilla formó
a
su criatura más noble.
Con
un aliento de vida
celestial,
un santo acorde
de
notas puras sopló
como
el mejor de los dones.
Era
bueno en el principio,
bajo,
aunque de rango noble.
Todos
los días de los Labios
Soberanos
oía su nombre.