Autor: Álvaro Correa
Los libros de texto
escolar ilustran la posibilidad de que el “homo erectus” haya controlado el
fuego en la Era Paleolítica.
Los beneficios inmediatos
fueron que las poblaciones podían calentarse en las noches frías e iluminarse
dentro de sus cuevas; mejoraron su alimentación al poder cocinar, sobre todo la
carne; el fuego los protegía de los depredadores y, además, propició que
pudieran elaborar el arte parietal en sus refugios.
En verdad, el fuego ha
sido un aliado vital para el hombre en su paso por la tierra. Se podría afirmar
que, desde entonces, siempre ha habido un fuego encendido en alguna parte de la
tierra y que toda familia humana ha alimentado sus llamas entre las paredes de
sus casas.