Autor: Fernando Pascual
Hace años, el premio Nobel en medicina Christian De Duve
lanzó una frase provocativa: sin la promesa de paraísos magníficos habría menos
kamikazes...
La frase, por muy atractiva y actual que sea, con tantos
terroristas suicidas que matan por el mundo, no corresponde a la realidad. La
promesa del paraíso no origina en la gran inmensidad de los casos el acto
monstruoso del terrorista sanguinario. Porque un ser humano empieza a ser
terrorista cuando surgen en un corazón actitudes de profundo desprecio hacia el
otro, cuando en su corazón se da una negativa radical hacia cualquier gesto de
perdón.
Unas personas matan a otras porque odian, no porque quieran ganarse algún cielo. Es cierto que algunos odian por motivos religiosos, pero entonces hay que ver si la religión que dicen conocer promueve el odio, o si no han comprendido nada de nada de la religión a la que pertenecen.