La
especie humana apareció como algo misterioso y “anómalo” en el camino de la
vida terrestre. No sólo por las características de esa especie, sino por el
impacto que empezó a dejar en todo el planeta Tierra.
Por
eso numerosas voces exigen al ser humano que asuma sus responsabilidades y que
se comprometa a cambiar aquellos comportamientos que amenazan a otras formas de
vida y que destruyen el ambiente. Al mismo tiempo, piden que promueva todo
aquello que proteja aquellos territorios dotados de una mayor biodiversidad.
¿Por
qué se le exige esto al ser humano y no a otros seres vivos? Las respuestas
pueden ser diferentes. Muchos dirán que el hombre es libre, mientras los demás
seres vivos no lo son. Otros añadirán que sólo el hombre ha generado tal cúmulo
de daños que resulta urgente reparar lo que ha causado.