Autor:
Fernando Pascual
El
día de bodas, una gran fiesta. Pasan los meses, pasan los años. Se produce la
ruptura: ella o él deja el hogar y termina la convivencia.
La
parte abandonada sufre cuando tiene fe y cree en el matrimonio que dura hasta
la muerte. Por eso, desde la gracia de Cristo, se mantiene fiel, busca caminos
para la reconciliación, espera rescatar la vida conyugal.
Pero
muchas veces la otra parte no regresa. En ocasiones, inicia una nueva
convivencia, con o sin divorcio; o consigue que se declare el divorcio para
luego reconocer civilmente su relación con otra persona.