Autor: Fernando Pascual
Buscar el fundamento de una idea significa ponerse en camino para entender si tal idea tiene validez y merece ser atendida.
¿Es
posible buscar el fundamento para la bioética? La pregunta así formulada, en
singular, parece problemática. En ella salta a la vista el uso de los
artículos. Surgen entonces dos preguntas: ¿es correcto hablar sobre “el”
fundamento de “la” bioética? ¿No sería más correcto reconocer que existen
diferentes fundamentos para las distintas bioéticas?
Así, desde el inicio nos encontramos ante varios problemas. El más fundamental consiste en dilucidar si la palabra bioética solo puede ir en singular o en plural. En el primer caso, solamente existiría una bioética. En el segundo caso, habría varias bioéticas, y entonces surgiría un debate sobre cuál de ellas pueda ser la mejor, o si todas (o algunas) tendrían más o menos el mismo rango.
No
es pérdida de tiempo afrontar este tipo de preguntas. Si un pueblo busca tener
leyes justas, y si las leyes que se refieren a la salud y a la vida de las
personas dependen del tipo de bioética que sea considerado mejor, resulta obvio
que hace falta emprender un estudio serio para intentar, al menos, resolver
estos interrogantes.
Pongamos
simplemente como ejemplo el tema del aborto. Hace varias décadas muchos pueblos
y sus leyes establecían que el aborto era un delito. Resultaba evidente que
eliminar la vida de un hijo en el seno materno implicaba un acto de injusticia
y un daño grave contra el derecho básico a la vida.
Con
el pasar del tiempo, muchos de esos pueblos y sus leyes han cambiado, hasta el
punto de que algunos consideran el aborto no solo como una opción válida, sino
como un derecho que debe ser atendido por el personal sanitario y pagado con
dinero público.
¿Cómo
ha sido posible una revolución tan radical en las leyes y costumbres de algunos
pueblos? El proceso puede haber sido más breve o más largo en cada Estado, pero
lo que podemos entrever es que se ha producido un cambio radical en la visión
bioética de sociedades que primero condenaban el aborto y luego lo admitieron
como un derecho.
El
caso del aborto evidencia, por lo tanto, un pluralismo de visiones bioéticas.
Por eso se hace ineludible preguntarnos: ¿hay visiones bioéticas correctas y
otras equivocadas? Para responder, hace falta analizar las propuestas y
principios de cada visión bioética y luego los fundamentos que están detrás de
las mismas.
La
tarea no resulta fácil, precisamente porque quienes defienden, por ejemplo, una
bioética utilitarista, considerarán su propia posición como buena y criticarán
a otras bioéticas como incorrectas, arbitrarias y carentes de fundamentos
válidos.
A
pesar de las dificultades, resulta necesario tomar una perspectiva optimista
respecto de la posibilidad de alcanzar respuestas aceptables. No es correcto
decir que todo vale lo mismo, o que las bioéticas dependen de cada época, de
cada cultura, de cada ideología o de cada dictador. Porque decir que todo vale
lo mismo significaría equiparar la bioética nacionalsocialista con la bioética
de los países así llamados democráticos; o decir que no hay diferencia entre
declarar al aborto como un derecho y declararlo como un delito: todo dependería
de las leyes de cada lugar.
Nos
quedamos así, en un preámbulo. El camino por recorrer no resulta fácil, pero
darnos cuenta de que hay que ir a los fundamentos y de que no toda bioética
vale lo mismo que las demás es ya una conquista importante.
Solo
entonces la mente y el corazón (no trabajan por separados) empezarán a
reflexionar seriamente para abrirse paso en el complejo pluralismo bioético
desde preguntas radicales. Así será posible dar pasos concretos hacia verdades
desde las que se reconocerán y defenderán aquellos derechos fundamentales que
deben ser garantizados a todos los seres humanos en lo que se refieren a las
cuestiones bioéticas.
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