Autor: Fernando Pascual
A veces se acusa a otros de tener ideas, actitudes
o comportamientos “primitivos”. Pero no siempre tenemos claro qué significa “primitivo”
y qué sería lo contrario de lo primitivo.
Para algunos, primitivo sería algo anticuado y
superado gracias al “progreso” de las culturas y de las sociedades. Lo
primitivo, en esa acepción, sería lo propio de personas que han quedada
ancladas en otras épocas, que siguen creencias tradicionales (de la propia
tribu o cultura, o incluso de gentes de épocas anteriores), que rechazan las
novedades, que viven lejos de las avances científicos.
Lo anterior supone que quien está fuera de ese
tipo de mentalidades y comportamientos superados sería “no primitivo” o, mejor,
“moderno”.
Sin embargo, el hombre moderno debe reconocer que
está sometido a muchas ideas de moda. Quien tiene acceso libre a la prensa, la
televisión, internet, muchas veces es esclavo de las creencias de su tiempo, al
mismo tiempo que teme ciertas novedades desde una actitud que lo lleva a
aferrarse a lo ya conocido, a desconfiar incluso de algunos descubrimientos
científicos.
Otros imaginan que al etiquetar como primitivos a
pueblos del pasado o del presente ya han comprendido maneras de pensar
distintas de la propia.
Sin embargo, las así llamadas mentalidades “primitivas” son
sumamente ricas y complejas, pues existe entre la gente de culturas antiguas
una enorme variedad de ideas, de actitudes, de comportamientos, que hace
difícil usar una etiqueta que unifique realidades muy diferentes entre sí.
Por eso resulta casi imposible señalar cuáles sean
las características que permitirían clasificar a personas o a pueblos como “primitivos”.
¿Cuál sería la lista de tales características? Para algunos, las creencias
mágicas, el carácter rudimentario de la técnica, una estructura familiar
monolítica, etc., serían elementos típicos de las culturas primitivas.
Si nos fijamos sólo en las creencias mágicas,
tendremos que reconocer que siguen muy vivas entre personas que tienen títulos
universitarios o que trabajan con computadoras, que se autoconsideran “modernas”.
En cuanto al desarrollo tecnológico, depende de
una serie enorme de factores, y la técnica no garantiza, por sí misma, un buen
uso de los progresos alcanzados. El odio a un pueblo diferente que lleva a
comportamientos genocidas y que para algunos sería algo “primitivo”, ¿no sigue
en pie también en las sociedades tecnológicas? ¿No vemos que resulta compatible
el desprecio al diferente tanto en sociedades “primitivas” que eliminaban a los
hijos una vez nacidos como en las que hoy día los eliminan antes de nacer con
asépticos instrumentos sanitarios?
Es fácil decir que una institución o unas personas
tienen una mentalidad primitiva, pero no siempre queda claro si esa mentalidad
sería buena o mala, ni lo que se entiende por mentalidad primitiva. Si no
reconocemos que en las culturas pretecnológicas y premodernas ha habido muchas
maneras de comportarse, algunas buenas y otras malas, no podremos superar ese
extraño uso que hacemos de la palabra “primitivo”.
Al revés, si juzgamos los comportamientos según
parámetros que valen siempre, que se aplican tanto a la edad de piedra como a
la época electrónica, reconoceremos que entre los seres humanos de todas las
épocas siempre ha habido lealtad y traición, altruismo y egoísmo, justicia e
injusticia, amor a la verdad y engaños maliciosos, respeto hacia los más
débiles (antes o después de su nacimiento) o eliminación sistemática de los más
desamparados.
Cada uno escoge en qué lado de la historia quiere
situarse, más allá de etiquetas, como la palabra “primitivo”, que no dicen
mucho y que nos apartan de aquellos criterios que permiten realizar un buen
discernimiento ético.
Una persona puede llevar ropa rudimentaria, vivir
lejos de las computadoras, rezar por las mañanas a Dios, y poseer al mismo
tiempo un corazón grande, solidario, justo, bueno. Habrá quien rechace a esa
persona como “primitiva”, como “superada” y anticuada. Pero seguro que también
habrá hombres que, dejando de lado prejuicios vacíos y arbitrarios, sintonizan
con todo lo humano y noble que ha habido, hay y habrá en todos los tiempos y en
todas las culturas, primitivas (si tiene sentido usar esa palabra) o modernas.
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