Autor: Álvaro Correa
Con un toque de agudeza, el premio nobel Nicholas M. Butler decía que “hay tres grupos de personas: las que hacen que las cosas pasen; las que miran las cosas que pasan y las que se preguntan qué pasó”.
Este tipo de distinciones dan siempre por supuesto que el
hombre es un ser complejo y que, por lo mismo, es incapaz de caber en una
casilla. Ahora bien, sabemos que la intención es provocar una reflexión o
autoexamen que nos ayude a orientar mejor nuestros criterios de vida y comportamientos.
¿Cuál de estas tres
distinciones predomina en mí? Es cierto que no podemos ser el protagonista
principal en cada aspecto de la convivencia humana, pero, igualmente es
verdadero que a cada uno corresponde el protagonismo insustituible en las
propias responsabilidades.
Aquí se trata de estar en
primera fila en todo lo que me corresponde, empeñado en cuerpo y alma, y, al
mismo tiempo, ser un pedestal para sostener a mi prójimo cuando lo necesite.
Mi familia, el entorno de
mis conocidos, mi sociedad y el mundo entero mejora o empeora conmigo, en
virtud de la respuesta al protagonismo que me toca y que libremente asumo.
En este sentido, pensemos
en la vocación de santidad que nos concede la gracia de Dios y en todo lo que
esperan de nosotros quienes nos aman. “Pasemos” haciendo el bien como Jesús.
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