Autor: Álvaro Correa
Los anuncios publicitarios
que salpican las carreteras suelen ser muy llamativos. Algunos, incluso, pueden
distraer por un fugaz y peligroso segundo la atención de los conductores.
En este momento cabe
mencionar uno que consistía en un enorme “URGE” emergiendo como un picacho
sobre un paisaje idílico. ¿A qué se refería? Obviamente a indicar la necesidad
de saborear unas agradables vacaciones…
Queda claro que la
invitación procedía de una agencia de viajes. Pero, ¿de verdad nos urgen unas
vacaciones? El concepto de “urgencia” proviene del latín (urgentia) y se refiere a algo que debe resolverse de manera
inmediata.
Dios quiera que puedan
descansar quienes lo necesiten, especialmente por motivos de salud. A otros nos
urge, por el contrario, cumplir en detalle con nuestras responsabilidades
familiares y profesionales.
Nos urge ser coherentes,
honestos y maduros ante la marejada de vanalidad y ligereza que arrasa ciertos
aspectos de la vida actual. Nos urge actuar por principios, no por caprichos o
gustos que desangran la integridad del propio comportamiento y de las
relaciones con los demás.
Nos urge amar más a Dios y
a nuestro prójimo superando las fuerzas del egoísmo. En fin, quizás una frase
típica de Mafalda responda a la publicidad: “Como siempre: lo urgente no deja
tiempo para la importante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario