Autor: Fernando Pascual
A lo largo de los siglos el mal ha buscado cómo destruir la
obra de Cristo. La lista de asaltos del pecado es larga. Uno de ellos consiste
en promover un cristianismo sin Cristo.
¿Cuándo ocurre eso? Cuando los católicos se limitan a mirarse
a sí mismos y olvidan su origen. Cuando buscan escuchar al mundo y no a Dios.
Cuando se entregan al activismo y dejan de lado la gracia. Cuando niegan que
exista el pecado y no sienten necesidad de ser redimidos.
El peligro de un cristianismo sin Cristo se ha dado y se da
cuando la sociología sustituye a la catequesis, cuando el afán de triunfos
mundanos ahoga la invitación a confiar en el Padre, cuando hay más preocupación
por los medios que por la apertura al Espíritu Santo.
Sobre todo, ese peligro se hace presente cuando la larga historia de santos queda ensombrecida por un esfuerzo desorientado para escuchar la voz del “presente” de un modo horizontalista, vacío, sin auténtica sintonía con el Evangelio.