Autor: Álvaro Correa
La viabilidad en las grandes ciudades supone un enorme desafío por el
continuo incremento de los transportes privados y públicos.
La experiencia nos recuerda que, al colocar las manos sobre el volante, se
nos activa en la cabeza un mecanismo de cálculos de tiempos y distancias para
nada indiferente.
Respiramos con alivio cuando encontramos poco tráfico y avanzamos sin
demora, de la misma manera que cuando contamos con vías de circulación
alternativas.
Es de alabar el esfuerzo de los responsables de carreteras en la ciudad de
Chongqing, China, quienes han inaugurado una asombrosa red de intercambio vial.
Estamos hablando de 15 carriles sobrepuestos en 5 niveles y que apuntan a 8
direcciones. Sin duda que los conductores tendrán motivo para alegrarse.
Ahora bien, no podían faltar comentarios simpáticos, como el que mostraba
el temor de equivocarse de ruta en ese intrincado laberinto. Añadía, además,
que el mismo GPS podría indicar: “Sólo puedo llevarte hasta aquí, el resto
depende de ti”…
Como bien sabemos, la gente se habituará y quienes recorran habitualmente
esas rutas dirán que no hay complicación alguna. Seremos los pasajeros
ocasiones quienes estaremos muy atentos a las indicaciones para no
equivocarnos.
Es bonito pensar que mientras más avanza la vida y el tiempo acorta las
distancias, el camino se hace más simple.
La meta es sólo una: “Conocer y amar a Dios en esta vida y gozar de Él en
la eternidad”. Aseguremos la ruta correcta en cada momento de nuestra vida.
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