12 de junio de 2017

¿Hay árboles discriminados?

Autor: Fernando Pascual

¿Da igual talar un naranjo que un roble secular? ¿Tiene el mismo valor un ciruelo que un abeto? ¿Damos una importancia semejante a las hayas que a los manzanos?

Ante las reacciones que se producen frente a la tala de algunos árboles y la indiferencia que rodea la extirpación de otros árboles, conviene preguntarnos: ¿hay árboles discriminados?

La respuesta, según lo que se ve en algunas sociedades, es afirmativa. En ellas, unos árboles son considerados como valiosos, mientras que otros simplemente son vistos como algo que puede ser usado o destruido en cualquier momento.


Los motivos de este tipo de discriminaciones varían. Para un campesino, puede tener mucho más valor un manzano que un tilo. Para un enamorado de paisajes, tal vez tiene menos importancia cortar naranjos que talar robles.

¿Todo depende de los gustos y los deseos subjetivos de las personas? Quienes defienden unos árboles y dejan otros a su suerte, podrán explicar los motivos de sus preferencias.

En las mismas, se mezclan elementos sentimentales y razonamientos científicos más o menos elaborados. Porque, por ejemplo, hay quienes defienden ciertos árboles no sólo por su belleza, sino por su importancia en un ecosistema. Otros consideran que un huerto plantado por los hombres también tiene su importancia, no sólo para el ambiente, sino para quienes podrán consumir frutas que ayuden al organismo humano.


Más allá de las perspectivas diferentes, notamos que en cada árbol hay una vida, y una vida que tiene siempre algo de maravilloso. Porque la vida de un árbol no es simplemente el resultado de carambolas evolutivas más o menos complejas, o de injertos aprendidos entre campesinos de una zona, sino algo muy particular que hace de cada árbol (limonero, madroño, acacia o pino) un pequeño monumento al misterio de la vida y a la bondad de Dios.

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