Autor: Álvaro Correa
La palabra “epitafio”
proviene del griego ἐπί 'encima' y τάφος 'tumba'. Es decir, se trata de la
frase que se escribe sobre una tumba para honrar la memoria de un difunto. Gusta
que ésta sea en verso, aunque no siempre se observe la métrica poética.
En la cultura
latinoamericana se da una concesión que permite esculpir los epitafios con
letras teñidas de imaginación y humor, describiendo el paso de una persona a la
eternidad de manera amigable y simpática.
En otros ambientes podría
parecer una falta de respeto, pero, en este caso no conlleva esa intención. A
modo de ejemplo podemos leer una lápida del cementerio de Xcaret, en la Riviera
Maya.
Ciertamente no se trata de
un cementerio real, pero recoge rasgos relevantes de la cultura tradicional
mexicana y de la importancia atribuida al término de la vida.
Dice: “Aquí yace Juan
García, que con un fósforo un día fue a ver si gas había y había”… Éste es uno
de los 365 epitafios de ese cementerio simbólico, enclavado en el parque.
Quizás excede la brevedad
aconsejada de tal manera que el transeúnte pueda leer la frase con un golpe de
vista, sin detener su paso.
Y bien, cuando uno se topa
con epitafios ajenos, siente escurrir sobre el corazón una gota punzante al
pensar qué palabras se deberían escribir sobre la propia tumba… ¿Cabría alguna
sugerencia o delegaremos este postrer encargo a nuestros seres queridos?...
A decir verdad, no nos
preocupamos por llevar bajo el brazo una última frase que nos despida de esta
existencia terrena. Más bien, procuramos que nuestra conducta y modo de
proceder sean quienes dicten aquello que se deba escribir.
En este sentido, Jesucristo
mismo sigue y seguirá siendo el ideal para todo fiel creyente. El apóstol San
Pedro acierta resumiendo la vida de su Maestro en pocas palabras: “Pasó
haciendo el bien” (Hch 10,38).
¡Qué maravilloso resumen
de una vida plena! Ojalá que, con sus altas y bajas, cada uno de nosotros
podamos gastar nuestro hilo de tiempo haciendo el bien, pensando bien, hablando
bien, queriendo bien…
A fin de cuentas Dios nos
ha concedido participar de su bondad y no queremos otra cosa sino
corresponderle humilde y agradecidamente. Pisemos sobre las huellas de Jesús
para “pasar haciendo el bien”.
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